Expertos en salud destacan que la actividad física no solo implica hacer ejercicio, sino que también se convierte en una intervención terapéutica que influye directamente en la biología del cáncer y en la salud mental de los pacientes. Hoy en día se ha comprobado que el ejercicio físico disminuye el riesgo de padecer cáncer de mama y mejora el pronóstico en mujeres que ya han sido diagnosticadas con esta enfermedad. La American Society of Clinical Oncology recomienda a los médicos recetar ejercicio aeróbico y de fuerza como parte del tratamiento para mejorar los síntomas y resultados clínicos. En pacientes con cáncer de mama, la práctica regular de ejercicio se relaciona con una menor mortalidad y un menor riesgo de recurrencia. Los especialistas resaltan que la relación entre el ejercicio y el cáncer va más allá de los músculos o el metabolismo, siendo un factor neurobiológico profundo. “El ejercicio desencadena la liberación de dopamina, serotonina y mioquinas, moléculas que fortalecen el sistema inmune, reducen la inflamación y regulan los circuitos cerebrales del estrés”, explica la psiquiatra de Sportlife, especialista en medicina del estilo de vida Daniela Rivera. Según Rivera, esto no solo se traduce en una mejor respuesta física, sino también en un mayor bienestar emocional y mental durante y después del tratamiento. Diversos estudios han demostrado que los programas de ejercicio físico ayudan a reducir síntomas como ansiedad, depresión y fatiga, además de mejorar la autoestima, la claridad mental y la sensación de control. “Para muchas mujeres, volver a moverse significa reconectar con su cuerpo después del tratamiento, recuperar la energía y fortalecer su confianza”, agrega la especialista. Además, destaca que el entrenamiento grupal fomenta la conexión social y la resiliencia, dos factores protectores clave frente al impacto emocional del cáncer. En la actualidad, el ejercicio se considera una terapia complementaria equiparable a una alimentación saludable, descanso adecuado y apoyo psicológico. Por ello, se recomienda realizar al menos 150 minutos semanales de ejercicio aeróbico moderado junto con dos sesiones de fuerza para mantener una buena salud física y mental. Fuente: Redgol RedSport
Expertos en salud destacan que la actividad física no solo implica hacer ejercicio, sino que también se convierte en una intervención terapéutica que influye directamente en la biología del cáncer y en la salud mental de los pacientes. Hoy en día se ha comprobado que el ejercicio físico disminuye el riesgo de padecer cáncer de mama y mejora el pronóstico en mujeres que ya han sido diagnosticadas con esta enfermedad. La American Society of Clinical Oncology recomienda a los médicos recetar ejercicio aeróbico y de fuerza como parte del tratamiento para mejorar los síntomas y resultados clínicos. En pacientes con cáncer de mama, la práctica regular de ejercicio se relaciona con una menor mortalidad y un menor riesgo de recurrencia. Los especialistas resaltan que la relación entre el ejercicio y el cáncer va más allá de los músculos o el metabolismo, siendo un factor neurobiológico profundo. “El ejercicio desencadena la liberación de dopamina, serotonina y mioquinas, moléculas que fortalecen el sistema inmune, reducen la inflamación y regulan los circuitos cerebrales del estrés”, explica la psiquiatra de Sportlife, especialista en medicina del estilo de vida Daniela Rivera. Según Rivera, esto no solo se traduce en una mejor respuesta física, sino también en un mayor bienestar emocional y mental durante y después del tratamiento. Diversos estudios han demostrado que los programas de ejercicio físico ayudan a reducir síntomas como ansiedad, depresión y fatiga, además de mejorar la autoestima, la claridad mental y la sensación de control. “Para muchas mujeres, volver a moverse significa reconectar con su cuerpo después del tratamiento, recuperar la energía y fortalecer su confianza”, agrega la especialista. Además, destaca que el entrenamiento grupal fomenta la conexión social y la resiliencia, dos factores protectores clave frente al impacto emocional del cáncer. En la actualidad, el ejercicio se considera una terapia complementaria equiparable a una alimentación saludable, descanso adecuado y apoyo psicológico. Por ello, se recomienda realizar al menos 150 minutos semanales de ejercicio aeróbico moderado junto con dos sesiones de fuerza para mantener una buena salud física y mental. Fuente: Redgol RedSport