Virtual descenso del West Ham y costos para contribuyentes británicos
En el corazón del este de Londres, el London Stadium podría transformarse, una vez más, en escenario de controversia. Mientras el West Ham lucha por mantenerse en la Premier League, un posible descenso no solo sería una catástrofe para el futuro deportivo del club, sino que también afectaría directamente a los contribuyentes británicos.
Los Hammers no cuentan con estadio propio, sino que alquilan el Olímpico de Londres. Según reveló The Times, si el equipo pierde la categoría, el arriendo se reducirá a la mitad, pasando de unas cuatro millones de libras esterlinas anuales a poco más de dos millones. Esta rebaja dejaría un vacío económico que deberá ser cubierto con fondos públicos.
El London Stadium fue construido exclusivamente para los Juegos Olímpicos de 2012. Tras el evento, se abrió un concurso público para que los clubes de la ciudad presentaran sus candidaturas para convertirse en inquilinos del recinto. Además del West Ham, se interesaron equipos como el Tottenham o Leyton Orient, pero los Hammers finalmente se lo 'apropiaron'.
Desde la mudanza en la temporada 2016/2017 y tras la demolición del histórico Boleyn Ground, el acuerdo de arrendamiento fue motivo de críticas. Muchos hinchas consideran que el nuevo estadio carece del alma y la atmósfera de la cancha vieja y lamentan el desplazamiento a un barrio completamente distinto.
Además, el contrato incluye restricciones de uso: el West Ham no puede llenar por completo el estadio para ciertos encuentros ni utilizarlo libremente para otros fines comerciales, condiciones impuestas para preservar la identidad multifuncional del recinto.
A nivel deportivo, los Hammers marchan penúltimos en la tabla y viven un contexto de incertidumbre. Según la prensa británica, el club cerrará la última temporada con pérdidas y podría verse obligado a vender jugadores clave en el próximo mercado invernal para equilibrar sus cuentas.
El riesgo es claro: un descenso significaría menos ingresos televisivos, menor exposición internacional y una reducción contractual en el alquiler del estadio que terminaría impactando en las arcas públicas. Lo que fue pensado como un símbolo de modernización podría terminar mostrando cómo el fútbol y la política a veces se cruzan con consecuencias no deseadas.
En Londres, los hinchas esperan que la pelota empiece a entrar, no solo por orgullo deportivo, sino también para evitar que el descenso de su equipo se convierta en un nuevo golpe económico para toda la sociedad británica.
Fuente: Olé Deporte Internacional





































