Conmebol excluye a Independiente de la Sudamericana
En la cancha como en la vida, todos necesitamos una pizca de fortuna. Cuestión de suerte. Pega en el palo y entra, pega en el palo y sale. Cuestión de puntería. Un inodoro arrojado a pura malicia desde una tribuna a otra te mata o te deja vivito y coleando. Casi sin grises, esquivando cerámicas. Cuestión de abogados entonces, show de buffets y de roscas. ¿Dónde apuntar? ¿Al que arranca con el bardo sin sentido o al que contesta de la peor manera pasándose dos pueblos?
En Asunción, el escritorio era un fuego. La U de Chile llevaba la nafta. Independiente, los fósforos. Algo olía mal en Paraguay. Había un antecedente durísimo en “la Conmebol, la Conmebol...” durante la era pre Alejandro Domínguez. Todavía el gas pimienta que eliminó a Boca se respiraba en el ambiente. Pero a partir de 2016, la política disciplinaria pareció cambiar: multas económicas al por mayor, apercibimientos de todos los colores, puertas -o populares- cerradas por doquier, quita de puntos, e incluso, traslados intercontinentales, al punto de jugar una finalísima en el Bernabéu. Sin embargo, lo que sucedió a nada de arrancar la fecha de Eliminatorias, no tuvo precedentes...
Con Messi a punto de despedirse 'oficialmente' de su gente, el Rojo se despidía de la Sudamericana por redes sociales. O más bien, lo despidieron. La balanza de la Justicia quedó en veremos. Sus ojos vendados quedaron tuertos: la pena era para las dos partes. Y ecuánime. El fútbol será una religión aunque lejana a las carmelitas descalzas. La inocencia de los organizadores brilló por su ausencia pero a este Independiente, más que un inodoro, le tiraron por la cabeza un juego de baño completo.
La jurisprudencia cambiará las reglas de clasificación. Tal vez de poco sirva la pizarra de un DT. Desde hace tiempo que no corre más aquella ventaja del 'gol de visitante' que 'valía doble'. Desde ahora, bastará con sacar un buen resultado en la ida y pudrirla en la vuelta para celebrar.
Fuente: Olé Deporte Internacional